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Los desalojos impedidos por indignados inquietan a los jueces

¡Queremos soluciones reales para el fin de los desalojos ya!

¡Queremos soluciones reales para el fin de los desalojos ya!

La marea del 15-M y todos los movimientos paralelos que han surgido parece que, de momento, no han caído en saco roto y están haciendo que los jueces se preocupen ante la cantidad de desalojos que están impidiendo.

Ya contaba el otro día que con medio centenar de personas basta para evitar que echen a una familia de su casa porque hace tiempo que dejó de pagar el alquiler o la hipoteca.

Se están parando hasta 8 desalojos a la semana, lo cual es poco ante los más de 1.900 que se producen de media en ese mismo periodo de tiempo.

Pero parece suficiente para hacer que el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), Francisco Vieira, se ponga nervioso y con los pelos de punta al ver cómo a los que acusaban de perroflautas y costrosos, junto a la gente corriente, están impidiendo que se ejecuten las órdenes judiciales que decretan los desalojos.

Tal vez sea porque los medios de comunicación están casi cada día fijándose en ellos, lo que podría provocar que la gente, al ver que funciona el método de ponerse delante de la casa, protestar e impedir que echen a los desahuciados, decida ponerlo en práctica en el resto de los casos.

Este señor con apellido de atracón a marisco gallego dice que hay que buscar mecanismos para que no lleguemos a este punto, se solidariza con los que hay que desalojar pero aun así insiste en que las órdenes judiciales tienen que cumplirse.

Si no le falta razón, aquí cada uno busca sus intereses, pero como nosotros nos hemos cansado de que estos mecanismos no lleguen ni siquiera a ponerse en palabras de forma efectiva, pues nos lanzamos con lo que tenemos a mano para protestar e impedir que más gente se quede en la calle en peores condiciones que Tarzán.

Adicae calcula que 500 millones € serían suficientes para evitar los embargos en los 3 próximos años. Una parte muy pequeña de la cantidad que sí se ha dedicado ya a rescatar a las cajas de ahorros, que han recibido miles de millones del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), que han salido del bolsillo de todos los que pagamos impuestos.

Si yo entiendo que este señor, en representación de la Justicia que no vemos por ninguna parte, diga que las órdenes judiciales se dictan para cumplirse. Lo que no entiendo es que tengamos que estar recurriendo a parar los desahucios cuerpo a cuerpo, en lugar de regularse de una forma más ordenada, general y sistemática. Y sin olvidar que hay que poner los medios para que esto no vuelva a ocurrir de forma tan masiva. En realidad, no debería ocurrir nunca.

Ya se ha visto que querer es poder, o sea, que no me digan que no se puede hacer nada más de lo que se está haciendo para paliar la situación de las familias sin piso o con dificultades para pagarlo porque no me lo creo. Hacen falta buenas ideas, pero en las cabezas huecas que nos gobiernan no resuena ya ni el eco de economía.

Los indignados impiden que echen a la gente de su casa

Del barco de Chanquete, ¡no nos moverán!

¡Del barco de Chanquete, no nos moverán!

Se llama stop-desahucio y es el deporte de moda entre los indignados e hipotecados para evitar que a la gente se la eche de su casa porque al dejar de pagar la hipoteca, el banco la ejecutó y, meses después, el juzgado dijo que tenían que desalojarla.

Los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que nació en Barcelona y ya se ha trasplantado a Madrid, Valencia y otras ciudades, llevan impidiendo que echen a gente de su casa desde 2009.

Ahora han ganado repercusión y éxito porque los indignados que han dejado las plazas se les han sumado para dar guerra a los bancos.

Juventud sin Futuro con su lema sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo, el movimiento 15-M, Democracia Real Ya (DRY), asociaciones de vecinos y otras organizaciones se les han unido para demostrar que la unión hace la fuerza y que con 50 personas se puede evitar que echen a alguien de su casa, por mucho que lo haya dicho un juzgado.

Han llegado a parar 4 desalojos en un día, incluso 8 en una semana, y no están dispuestos a parar. Frenan desahucios de gente mayor, a veces con enfermedades crónicas y/o generativas, que están postrados en cama, con personas dependientes a su cargo, o simplemente familias o personas solas que se vieron ahogadas por las facturas o que avalaron a sus hijos y ahora el banco les quita el piso para cobrarse la deuda.

Con caceloradas, gritos y protestas, y la cabezonería de plantarse en la calle, enfrente del portal en plan del barco de Chanquete no nos moverán, consiguen evitar un desalojo hasta varias veces y ganar tiempo, mientras piden a la Administración que realoje a la gente en una vivienda digna y que se imponga la tan traída y llevada, la tan ya apenas probable dación en pago (cancelar la deuda hipotecaria con el piso).

De 2008 a 2010, se ha ejecutado la hipoteca de 245.627 familias, de las cuales, 108.475 recibieron también la orden de desahucio. ¡Pero si solo en este primer trimestre del año ha habido más de 20.000 ejecuciones hipotecarias y más de 15.000 órdenes de desahucio!

Lo que hacen estos colectivos es una gota en el océano de la desesperación, pero trae la suficiente esperanza, aunque sea a poca gente, como para darles fuerza a continuar, y desde luego es más que no hacer nada y no conseguir parar ni un solo desahucio.

Además de luchar contra lo que consideran injusticias sociales y económicas, la motivación de los que participan es el típico hoy por ti y mañana por mí. Es decir: yo voy a parar tu desalojo y mañana espero verte a ti parando el mío. No es que vea yo ningún interés, pero sí que es cierto que la solidaridad sin necesidad de acuerdos verbales ni escritos ha nacido, y eso revela por qué se rebelan contra los bancos y el sistema hipotecario.

Algunas hipotecas ya se firman con un seguro de protección de pagos, que para muchos llega demasiado tarde. En vez de las cláusulas abusivas, podrían haberse generalizado estos seguros y así ahora la gente que ha perdido el trabajo o que simplemente no ha podido aguantar el subidón que pegó el Euríbor hace 3 años, habría podido pagar su casa y la seguiría conservando. Incluso los bancos habrían salido ganando dinero y no pisos, que ahora no saben por dónde meterse.

Esto en vez de matar moscas a cañonazos, es atacar a los cañones con moscas, pero como son moscas cojoneras, algo es algo.