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Las inmobiliarias, hartas de los bancos por no dar hipotecas

- Te voy a demandar... Grrr... - Pos yo a ti también, ¿no te joe? - ¡El dinero es mío!

- Te voy a demandar... Grrr... - Pos yo a ti también, ¿no te joe? - ¡El patrimonio exclusivo de vender pisos es mío! - ¡No, mío!

Las inmobiliarias están hasta el moño de que los bancos no den hipotecas y de que encima les hagan la competencia en la venta de pisos.

Las grandes empresas constructoras de este país, que se unen en un grupo pretenciosamente llamado G-14, se están planteando demandar a los bancos para denunciar la posición dominante que han alcanzado en el mercado inmobiliario: tienen los pisos y además la pasta. Un monopolio insuperable.

Grandes y pequeñas inmobiliarias ya llevan tiempo quejándose. Ahora hablan de demandar, pero no sé si esto solo será un aviso, un intento de meter miedo a la banca, un tanteo de cómo respiran los banqueros o una intención real.

Hay que tener muchos huevos y estar muy hasta los mismos para denunciar masivamente a los bancos. No son David contra Goliat como nosotros, son gigante contra gigante: especulador-movedor de mucha pasta arruinado y endeudado (inmobiliarias) frente a especulador-movedor de mucha pasta que no se quiere arruinar ni ceder medio milímetro (bancos).

Las inmobiliarias, que se reúnen cada 15 días para lamentarse, darse palmaditas en los hombros y hacer vudú a los banqueros, también están indignadas, pero en vez ir a la plaza principal de cada ciudad, se plantean concentrarse en la Plaza de Castilla, donde están los juzgados madrileños.

Se quejan porque quieren ganar tanto como antes. Entre enero y junio de este año han vendido 900 pisos, un 60% menos que en los mismos meses del año pasado, han empezado a construir 220 casas y mantienen en construcción 1.700. Demasiadas para no haber aligerado su stock más que un 15,2%, a pesar de haber ajustado los precios un 27%.

Las inmobiliarias son hipócritas. Hacen como si no se dieran cuenta de que alimentaron la crisis a base de construir, promover e intentar vender pisos que al final no han tenido salida.

Cuando parecía que la construcción no tenía fin, la burbuja inmobiliaria pegó un petardazo y se quedaron sin vender. Como los bancos les habían prestado mucho dinero y no lo devolvieron, les entregaron los pisos.

Los nuestros y los de las promotoras son más ladrillos de los que los bancos son capaces de digerir. Para intentar venderlos han creado empresas inmobiliarias y han convertido sus páginas web en portales de vivienda. Realizan descuentos agresivos, campañas de anuncio y no se pierden una feria.

Y lo que es más importante y dañino para las inmobiliarias: los bancos solo prestan a quien pasa por el aro de comprar uno de sus pisos embargados. De ahí que la cantidad total de pasta que nos tienen prestada ha bajado un 3,93%, la mayor caída desde  1992.

Las inmobiliarias tienen parte de la culpa, así que no lloriqueen tanto y que se busquen la vida como empresas privadas que son. Han provocado esta situación y son en gran parte culpables de que ahora los bancos hayan cerrado el grifo tanto para ellos como para nosotros.

Se calcula que hay entre 700.000 y un millón y medio de pisos nuevos sin vender, que el año pasado se vendieron casi 500.000 -incluidos también los de segunda mano- y que el precio medio ha caído un 6,62% en 2010, más o menos como el 2009.

El año pasado fue el primero desde 2006 en el que aumentó la venta de pisos (un 5,5%), pero es porque al Gobierno todavía no se le había ocurrido cargarse la desgravación por tener hipoteca.

Donde más se ha reducido el número de pisos sin vender es, por este orden, en Extremadura, Cantabria y Navarra, aunque los más enquistados siguen en la costa Mediterránea.

Nuevos avances contra las cláusulas abusivas

Las reclamaciones a los bancos son el cuento de nunca acabar, pero alguna vez se pasa por algún apeadero donde nos dan esperanzas

Las reclamaciones a los bancos son el cuento de nunca acabar, pero alguna vez se pasa por algún apeadero donde nos dan esperanzas

Las cláusulas abusivas de las hipotecas van sumando día a día más enemigos de los que en sus buenos tiempos tenía el aceite de colza.

En Extremadura, el Juzgado de lo Mercantil de Cáceres se ha pronunciado a favor de que las cláusulas suelo que aplica Caja Extremadura en las hipotecas se inscriban en el Registro Mercantil de Condiciones Generales de Contratación.

En la otra punta del mapa, en Cangas de Narcea (Asturias), el Banco Popular ya no podrá aplicar los swaps (supuestos seguros que protegían a los clientes de la subida del Euríbor) a nueve de sus clientes, porque un juzgado de dicha localidad asturiana ha dicho que el banco les estaba engañando. Y es que esos swaps, al igual que las cláusulas suelo, impidieron que los hipotecas se beneficiaran de las bajadas tan estupendas del Euríbor que hemos vivido hasta hace poco.

Al Banco Popular también le está dando por el clander el Tribunal Supremo, cuya Sala Primera acaba de anular dos cláusulas, por abusivas, de las que se incluyen en los contratos hipotecarios. Una es la cláusula del redondeo y otra es la de estar exento de comunicar a los clientes cuál es el nuevo tipo de interés a aplicar en cada momento de la hipoteca.

Otro tema que sigue más calentito que el escote de María Lapiedra en Torrente 4 es la dación en pago. Sí, saldar la deuda hipotecaria con el banco entregándole solamente el piso.

Elena Salgado ha sugerido que por qué no van expertos financieros al Congreso a explicarles cómo va el tinglao hipotecario y qué podría hacerse para cambiarlo y mejorarlo, sin aprobar la dación en pago, of course.

Es que si no los bancos, pobrecillos, tendrían que asumir entre 12.000 y 15.000 millones de euros si la dación en pago se implanta. Y luego les lloran y lloran más que la Magdalena y, al torrente de lágrimas de delante, le suman por detrás un corte de suministro económico a los políticos.

Lo que Salgado quiere es que alguien le dé la solución y luego llevarse ella el mérito. Que hagan su trabajo, pero llevándose ella a fin de mes el mismo divino sueldo. Bueno, y eso si llegan, porque la solución la darían ya demasiado tarde.

Aún nos queda un largo caminar en el via crucis de peregrinación al Santuario de la Virgen de las Hipotecas, pero paso a paso, sufrimiento tras sufrimiento, y con la celebración de cada pequeño logro, algo nos vamos acercando a la meta.

Lo malo es que seguro que cuando lleguemos nos la habrán cambiado de sitio. Ya se sabe que los bancos nos llevan varios cuerpos de ventaja en el tema.