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Hipoteca autopromotor o cómo endeudarse a lo Juan Palomo

Cómo ser libre y volar o salir por patas. ¡Da lo mismo!

Cómo ser libre y volar o salir por patas. ¡Da lo mismo!

Si no te dan hipoteca para comprar una casa hecha, cómprate un terreno -o herédalo, que es más fácil- y constrúyete la casa. ¿Falta de pasta? Don’t worry, colega, algunos pocos bancos a lo mejor podrían prestarte, tras algunas visitas a San Judas, un fax al Niño del Remedio y varios e-mail recordatorios a la Patrona de las Hipotecas Autopromotor.

Estas hipotecas son dinero que el banco te va prestando a medida que avanza la construcción de la casa y siempre que lo demuestres pasándoles por la jeta las certificaciones de obra. A saber, papelitos que dicen qué tanto por ciento de tu nuevo hogar está ya construido.

Si eres propietario del terreno y estás inscrito en el Registro de la Propiedad -si es solo de boquilla no se lo creen-, te has tirado a alguien del Ayuntamiento para que te dé la licencia de obra y a un gabinete de arquitectura para que te selle el proyecto, lo demás no es que sea pan comido, pero al menos conseguirás que los chupatintas calientasillas destrozailusiones de los bancos te escuchen.

Para variar, no dan buenas condiciones ni tampoco más del 80% del valor de tasación del proyecto finalizado, aunque sí dan de margen 30 o 40 años para devolverlo. Aquí yo veo margen de picaresca española: pides poco, compras materiales en los chinos y luego te construyes un chamizo de la hueva. Autoconstrucción low cost. Que no se enteren los chinos que lo ponen de moda.

Si tienes suerte y en tu cartilla de racionamiento de españolito medio viene una hipoteca Juan Palomo, yo lo construyo y el marrón me lo como, prepárate para que la entidad bancaria te mire con lupa hasta el color y la talla de los calzoncillos, y qué porcentaje representan sobre el total de tu ropa, por si luego no puedes pagar y tiene que dejarte en bragas hasta el día del Juicio Final.

Ah, y no te olvides del papeleo extra y que tienes que lidiar con arquitectos y obreros que levantarán tu sueño (o lo harán pedazos). Vamos, que como no se te dé bien organizar y no tengas mucho interés en tener una choza 100% a tu pedo, la cosa se puede convertir en un lío de peli de Paco Martínez Soria.

Lo que está visto es que con las casas, las levantes tú como los tres cerditos o las compres hechas, de la hipoteca no nos libramos ni queriendo. Hoy en día solo es libre Nino Bravo en esa canción en la que puede al fin volaaaaarrrr.

El pueblo donde los Reyes no traen hipotecas

Aún hay lugares para soñar lejos de los bancos

Aún hay lugares para soñar lejos de los bancos

Utópico pero real. Ninguno de los habitantes del sevillano pueblo de Marinaleda tiene hipoteca. ¡Ni falta que les hace!

La culpa la tiene su alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que hasta sale en Wikipedia. Este conocido sindicalista, político y activista de izquierdas es profesor de Historia y cabeza política de la localidad desde hace más de 30 años, cuando salió en las primeras elecciones celebradas tras el Paquismo, en abril de 1979.

En Marinaleda no hacen falta hipotecas porque, llevando la teoría de muchos a la práctica, sus habitantes ocuparon fincas de terratenientes en los años 80 y dedicaron sus tierras al cultivo. Es que en Marinaleda tampoco hay paro. Flipante.

Además de un curro asegurado, si ya llevas unos años en el pueblo te dejan construirte una casa de 90 metros cuadrados sin pagar nada más que los materiales -la ayuda de los albañiles está incluida- y una renta vitalicia de 15 pavos al mes. La mayoría son poco más que mileuristas pero como pagan 180 € al año, que son 1.800 € en 10 años y 18.000 € en 100 años, no les hace falta ganar más para dárselo al banco.

Nosotros ahorrando para la entrada de un pisín lo que los de Marinaleda no pagarán nunca por su casa en toda su vida. A eso le llamo yo un acceso a la vivienda como Dios manda.

En Marinaleda se demuestra que se pueden hacer las cosas de otra manera, que se puede okupar justamente sin endeudarse con el banco, y que los pisos no valen, ni de lejos, lo que pagamos por ellos. Sin embargo, nuestro país y nuestro sistema siguen obsesionados con pagar más por los pisos, que en 2010 solamente bajaron de media un 3,4%.

Ni bancos, ni particulares, ni constructores quieren vender más barato para no perder dinero respecto al precio original. Tienen razón al pensar en que van a perder dinero, pero es que si ellos no pierden algo ahora, los que compremos a estos precios seguiremos perdiendo dinero de por vida. El sistema tiene que regularse, pero nadie quiere aportar nada. Pues si nadie tira del carro, el carro no se mueve solo.

Da mucha envidia (in)sana ver que hay lugares sin ataduras de vivienda, donde con mil pavos eres el rey del mambo. Lo raro no es vivir sin hipoteca. Así viven los que están con sus padres, los que ya terminaron de pagarla, los que se quedaron sin el piso por dejar de pagarla, los que heredan de la abuelita, las habas contadas que pagan a tocateja, los que viven de alquiler o los que ni siquiera tienen casa. Lo raro es que un pueblo entero no la tenga porque no la necesita.

Parece una fábula como Rebelión en la Granja de George Orwell, pero con final Disney. Me encantaría verlo, pero en el capitalismo y lugares más poblados cuesta creer que pueda aplicarse.

VIVIR SIN HIPOTECA ES POSIBLE.

¿Alguien más ha pensado en mudarse a Marinaleda? ¡Si hasta tiene nombre de urbanización pija, aunque sea una comuna con estilo (propio)!