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Las hipotecas son más accesibles, pero siguen peor que antes de la crisis

¿Es un buen momento para hipotecarse? Es la eterna pregunta…

La crisis ha acabado; al menos, oficialmente. La economía nacional crece, el empleo y la construcción se van recuperando, a la mayoría de empresas les va bien…

Sólo falta que nos suban los salarios para recuperar todo el poder adquisitivo que hemos perdido durante los últimos 10 años en los que a muchos no se les ha subido ni el IPC y a los que han encontrado empleo nuevo o por primera vez se les ha calzado un sueldo de hambre y miseria. Lo mismo que no se han recuperado los sueldos decentes, no se han recuperado las buenas hipotecas.

Aún así, hay más salarios que durante los años duros de la crisis (años duros también de casi 6 millones de parados) y como la banca necesita nuevos clientes, ha vuelto a abrir las puertas de sus sucursales de par en par. Está dispuesta a dar hipotecas, lo necesita. Por un lado tiene mucho dinero que pagar en indemnizaciones por abusos condenados como la cláusula suelo, las hipotecas multidivisa o los gastos de la hipoteca.

Necesita que le paguemos intereses para asumir estas facturas millonarias, porque los ahorradores prefieren comprar pisos o invertir en otras cosas, y ya no le dejan el dinero en depósito para que jueguen con él.

Por otro, como en los peores años de la crisis dio muy pocos préstamos, se han ido terminando de pagar muchos de las antiguos y, de los que quedan, la mayoría tiene un diferencial ridículo que casi no le da intereses con las cuotas mensuales, así que la banca está  necesitada de pescar nuevos clientes.

Además, hay mucha competencia entre los bancos. De ahí que se hayan peleado hasta bajar los diferenciales por debajo del 1% y que llevemos 3 años viendo hipotecas fijas que caen, suben, caen, suben y así… Pero que están baratas como nunca: un 2,5% a 30 años es un chollo. O eso parece, porque si lo dan es porque muy seguros están de que al Euríbor le queda un laaaaarga etapa en mínimos históricos.

Han relajado las condiciones que ponían en la crisis, se recurre menos a los avalistas, pero no es oro todo lo que reluce. En las hipotecas fijas se cobra comisión de apertura del 0,5-1% y se intenta atar al cliente con mayor vinculación que en las variables, donde tampoco van mal servidos de ataduras como domiciliar nóminas y recibos, uso de tarjetas, firma de seguros, plan de pensiones, etcétera.

Pero sí, en global es un mejor momento que durante la crisis y se dan más hipotecas, aunque no hemos vuelto a lo que teníamos antes de 2008. Hemos salido del hoyo y la prueba es que las hipotecas sobre viviendas aumentaron el 9,7% en 2017, habiéndose firmado 310.096. Ha sido el cuarto año consecutivo que crecen y con la cifra más alta desde 2011.

Entonces… ¿Estamos ante un buen momento para firmar una hipoteca? Es lo que siempre nos preguntamos cuando pensamos en comprar a crédito una vivienda. Podía ser mejor, pero no es mal momento. El Euríbor seguirá muy bajo y en negativo por lo menos un año más, y probablemente más tiempo, ya que hace años que las previsiones terminan por alargarse en lugar de cumplirse.

Apenas hay hipotecas por el 100%, la banca aprende de los errores precrisis, pero todavía no hemos llegado a las hipotecas anteriores, esas que a algunos les ahogaron por tener cláusulas abusivas y que a otros les están permitiendo respirar porque, como los diferenciales son tan bajos y el Euríbor lleva dos años bajo cero, están pagando las cuotas más baratas de su vida. No es lo que fue en la década pasada, pero por primera vez, estamos ante lo mejor de esta década.

De todos modos, si te puedes esperar, mejor. Aún tiene que aprobarse la nueva Ley Hipotecaria, que se supone que se hará antes del verano (veremos a ver porque también lleva infinitos retrasos) y es posible que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligue a la banca a devolver a los clientes españoles todo lo que pagaron como gastos hipotecarios.

Si no puedes esperar, al menos negocia pagar lo menos posible de esos gastos. Actualmente, el Tribunal Supremo ha reconocido que podemos reclamar todo excepto el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (IAJD), el concepto más caro con diferencia.

¿El banco obligó a que te avalaran tus padres para darte la hipoteca?

La sentencia abre la puerta a un nuevo motivo de reclamación al banco

A la banca le caen palos por todas partes, por eso el Tribunal Supremo le ha reconocido últimamente la nulidad de la cláusula multidivisa en este tipo de hipotecas, pero no la abusividad del IRPH ni el el pago de los impuestos en los gastos de la hipoteca.

El nuevo palo viene de la mano de una nueva sentencia, dictada en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Estella (Navarra), en la que se anula la cláusula por la que los padres de la persona hipotecada debían ser avalistas por obligación.

Sí, sí, no es que quisieran avalar por ayudar, que muchos padres también lo hacen y es lógico, es el que el banco les obligó, poniendo como condición indispensable que avalaran a su hijo para darle la hipoteca. El abogado que ha ganado el caso reclamó este abuso, junto a otros, y la juez les ha dado la razón.

Ha considerado que la cláusula que obliga a los padres a ser avalistas es nula y queda sin efecto inmediato, liberando a los padres de la pesada carga de avalar con sus propiedades durante décadas. En caso de los jóvenes que compran su primera vivienda (incluso la segunda si luego se cambian) suele ponerse la hipoteca a 30 años.

Tres décadas en las que papá y mamá quedan atados a que a su hijo o hija le vayan las cosas bien y pueda pagar, con la tensión que eso supone y con el riesgo de que, si por cualquier motivo le va mal y deja de pagar, el banco arremete contra sus propiedades, generalmente la casa que ya tienen pagada a base de esfuerzo. Un gran riesgo y mayor atadura porque, si los padres lo necesitan, tampoco pueden vender la casa que pusieron como aval.

Esta sentencia puede liberar a todos los progenitores que hayan sido obligados por el banco a avalar a sus hijos, ya que sienta jurisprudencia: un precedente al que agarrarse para reclamar que se elimine esta cláusula.

Lo primero es hablarle al banco de esta sentencia y pedirle que retire la obligación de que avaléis a vuestro hijo o de que tus padres tengan que avalarte. Si no quiere, se pide formalmente por escrito y, si en dos meses no contesta o se niega, siempre se puede denunciar en los tribunales, aunque en ese caso, como es algo costoso, merece la pena reclamar más cosas juntas como los gastos de la hipoteca y otros abusos que haya.

Si no los sabéis detectar, enseñadle el contrato de la hipoteca a un abogado especializado en abusos bancarios que ya veréis cómo rápidamente encuentra un montón de cosas que podéis reclamar, como ha pasado en esta sentencia de Estella, en la que se han denunciado y ganado bastantes temas juntos (suelo y gastos, entre otros).

Una cosa es avalar porque quieres y otra porque te obligan. La sentencia sólo contempla el segundo caso. Durante la crisis y antes de ella fue una práctica muy habitual recurrir a avales para dar o pedir hipotecas. Aunque ahora se usa muchísimo menos, todas estas hipotecas siguen existiendo y pueden reclamarse si el aval fue impuesto y no voluntario.

Qué hacer si heredas una hipoteca

Se hereda todo: dinero o deudas

Se hereda todo: dinero o deudas

Puestos a heredar, se puede heredar todo. No sólo el dinero o el piso… También las deudas. ¿Pero sabes qué hacer si heredas una hipoteca?

Lo primero que debes hacer es contárselo al banco, ya que cada mes emite el recibo de la cuota a la cuenta asociada a la hipoteca, que estará a nombre de la persona fallecida. Después hay que ir al notario para leer el testamento y hacer los trámites oportunos.

Según el Código Civil, heredar es un derecho, no una obligación, así que puedes renunciar a la herencia si no quieres cargar con las deudas o no puedes pagar los costes que supone adjudicártela.

Lo puedes hacer de tres formas: renuncias completamente; recibes toda la herencia (incluyendo hipoteca y otras deudas) o aceptar la herencia a beneficiario de inventario. Esto último significa que se realiza una lista de todos sus bienes, se liquidan las deudas y cobras lo restante (si es que sobra algo).

¿Pero qué pasa si la hipoteca tiene más de un titular? Pues que en caso de aceptar la herencia te conviertes en cotitular de la hipoteca, lo que deberás informar al banco. En cambio, si no aceptas la herencia, el otro titular/es se tendrá que hacer cargo de la deuda en solitario.

Si hubiera avalista, te seguirá avalando igual en caso de que aceptes la herencia. Si la rechazas, también mantendrá el mismo papel hasta que la deuda esté completamente pagada.

Para arreglar el papeleo con el banco en cualquiera de los casos tienes que entregarle el certificado de defunción, el de últimas voluntades y testamento o declaración de herederos. Si aceptas la herencia, también el certificado de adjudicación de la misma (que se realiza ante notario) y el resguardo del pago del impuesto de sucesiones, si es que se paga en tu comunidad autónoma. Entonces el banco te entregará toda la información de lo que la persona fallecida tenía en la entidad (cuentas, depósitos, hipoteca, etc…). Si por el contrario has rechazado la herencia, deberás llevar la escritura pública de renuncia.

También puede ocurrir que la hipoteca fuera de las que llevan aparejado en la vinculación un seguro de vida. En ese caso hay que entregar toda la documentación al banco y al seguro, y después comprobar si es de esos seguros que pagan toda la hipoteca o sólo la parte de la persona fallecida. En ese caso, los herederos no tienen que pagar nada.

Errores a evitar antes de firmar la hipoteca (I parte)

No todo es siempre de color de rosa

No todo es siempre como lo pintan

Firmar una hipoteca es una de las cosas más serias que existen. Hay una casa de por medio, está parte de tu sueldo en juego y si las cosas salen mal las consecuencias son catastróficas.

Uno de los errores más comunes es endeudarse (o pretender hacerlo) por encima de nuestras posibilidades. Para vivir en una casa como la de tus padres tienes que tener la misma posición socioeconómica que ellos, que seguramente han tardado años en alcanzar y que no se tiene a los veintipocos, especialmente en estos tiempos de paro y precariedad laboral.

Ojalá puedas ahora comprar la casa de tus sueños, aquella para toda la vida, pero lo normal es que no y que debas tirar más por lo bajo, en precio y metros cuadrados. Es mejor pagar nuevamente los gastos de compraventa en el futuro, al cambiarte a una casa mejor cuando puedas hacerlo, que arriesgarlo todo por tirar por lo alto y después no poder hacer frente si pierdes el trabajo o sube mucho la cuota hipotecaria.

La mayoría de bancos financian hasta el 80% de la vivienda, llegando sólo al 100% en el caso de que el piso sea de su stock inmobiliario. Para ello debes tener previamente la cantidad que el banco no te presta y contar con que después la cuota de la hipoteca no debe superar el 30-35% de los ingresos totales de la unidad familiar.

Piensa también que ahora el Euríbor está muy bajo y que estás ante las cuotas más baratas que vas a pagar a lo largo de la larga vida del préstamo. Calcula, por tanto, si podrás asumir el gasto si el Euríbor se pone en el 3%, que es su media histórica.

Otro error frecuente es pedir ayuda a la familia y que te avalen por el piso entero. Esta situación ha arrastrado a la ruina a padres que ya tenían su vivienda pagada y han visto cómo su hijo perdía la suya y ellos también. Lo mejor es implicar a la familia lo menos posible y, de hacerlo, asegurarse de que no tendrá grandes consecuencias.

Los avales se heredan y si los padres fallecen el aval a uno de los hijos lo heredarán el resto de los hermanos. Mejor sería avalar por una cantidad concreta de la hipoteca o no avalar en ningún caso, porque si el banco lo pide es porque no tiene claro que puedas pagar y, de ser así, mejor no endeudarse. Las consecuencias son la pérdida de la vivienda y la grandísima dificultad de volver a empezar.

Continuará…

Los riesgos de ser avalista y cómo dejar de serlo

Ser avalista es un marrón que a algunos les toca comerse

Ser avalista es un marrón que algunos se comen

Seamos sinceros: ser avalista es muy bonito, muy heroico, súper generoso, pero también un marronazo impresionante. Como la persona a la que avalas deje de pagar, el banco arrampla con tu piso, tu coche, tu sueldo, tu garaje y hasta tu ropa interior presente y futura, hasta que pagues la deuda a la que la otra persona no puede hacer frente.

Cuántos padres y madres hemos visto ahora en la crisis perder su casa, o estar a punto de hacerlo, porque sus vástagos han dejado de pagar la hipoteca. Verdaderos dramones de telenovela, para gente que tiene pagada su casa desde hace años, cuando estas cosas no pasaban.

En las ofertas hipotecarias ya no se habla de avales ni avalistas, al menos de entrada, aunque supongo que, cuando aparezcas por la sucursal a preguntar por hipotecas y te metas en materia con el del banco, seguro que el tema sale a relucir si no creen que tengas un perfil lo suficientemente VIP y solvente como quieren. Y ya que las exigencias han aumentado un montón, aunque se relajen en algunas hipotecas, no es de extrañar que te pidan que alguien te eche una mano avalándote por si sale mal la jugada.

Si el banco no te cree tan capaz de pagar una deuda como para pedirte un avalista, ¿por qué el avalista se arriesga? Normalmente por el amor que se tiene hacia los hijos, pero estaría bien plantearse otra manera de ayudarlos que no entrañe el riesgo de perder todas tus cosas presentes y futuras hasta que pagues la deuda que otra persona deja pendiente.

Una forma es la del hipotecante no deudor. Avalas la hipoteca de alguien hipotecando parte de tu piso, pero sólo con una parte, que es la que arriesgas y la que realmente pierdes si a quien avales deja de pagar. De esta forma sólo palmas una parte de patrimonio y no todo hasta hacer frente a su deuda.

Sólo se puede dejar de ser avalista porque la hipoteca de quien avalas termina de pagarse, porque se hace una novación o un cambio de avalistas. Una novación es firmar un nuevo contrato sacándote de la ecuación como avalista. Esto sólo lo aceptan los bancos si el/los avalado/s tienen una impecable trayectoria de pago y se muestran capaces de seguir así. Cambiar de avalistas es posible si, por ejemplo, la pareja se separa y quien se queda con el piso pone nuevos avalistas porque los otros ya no le tocan ni el pie.

Ser avalista es tan serio que no se termina ni con la muerte. Así como se heredan los pisos, los coches y los millones (quien los tenga), también se heredan las deudas y los tinglados de este tipo. Si eres avalista y te mueres, quien acepte tu herencia será el nuevo avalista.

Los riesgos de ser avalista

Firmar un aval no es un juego de niños

Firmar un aval no es un juego de niños

Cuando alguien viene a pedirnos que lo avalemos, normalmente un hijo, otro familiar, amigo o conocido, lo habitual es que casi sin pensar nos lancemos y digamos . Qué le vamos a hacer, en este país primero actuamos, luego nos arrepentimos y por último pensamos.

Para ser avalista, que es un gesto muy bonito que consigue que nuestro avalado obtenga una hipoteca para lo que quiere comprar (piso, coche, garaje, local…), hay que pensárselo muy bien y, sobre todo, conocer nuestra responsabilidad en el asunto y calcular los riesgos.

Avalar es un marrón, para qué decir otra cosa. No tienes ningún beneficio sobre la propiedad y sí todas las obligaciones de pago si el titular del préstamo no responde ante el banco.

Cuando tu avalado deja de pagar, el banco vendrá a por ti, a por tu sueldo o pensión, tus bienes, tu vivienda... Se llevan todo lo que tienes ahora o en el futuro. No te dejan ni las lentillas puestas hasta que queda pagado el último céntimo, mientras que el titular de la hipoteca se va de rositas.

Por eso los bancos aceptan de tan buena gana los avales, porque se aseguran de que si el titular no paga estás tú en el banquillo con dinerito fresco de reserva.

No serías la primera persona ni la última que se queda en la calle por avalar a alguien. Desgraciadamente es algo que se está viendo mucho a raíz de la crisis. Algunos morosos estaban avalados por sus padres, que pierden su vivienda porque el banco la embarga para pagar el préstamo del hijo/a moroso/a.

Avalar la compra de un piso es un gesto de solidaridad a largo plazo, pues la hipoteca puede durar 10,20, 30 ó incluso 40 años, si nunca se amortizó nada. ¿Y si palma al que avalaste? Da igual. Como las deudas se heredan, te conviertes en avalista de sus herederos. El muerto no te lo quitas de encima hasta que se paga la última letra.

Y ojo, porque esto es una carretera de doble sentido: avalar es un marrón que también se hereda. Si la palmas, tus herederos tendrán que ser los avalistas hasta que quede saldada la deuda. O sea que si el titular de la hipoteca no paga, tus herederos pringan con sus pisos, sueldos, planes de pensiones… presentes o futuros. Por eso hay que pensar en todo y en todos antes de comprometerse a realizar tan noble acto.