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Pocas hipotecas y muchos morosos

Al banco pongo por testigo de que nunca dejaré de pagar la hipoteca

Al banco pongo por testigo de que nunca dejaré de pagar la hipoteca

Las empresas que dan hipotecas urgentes, por un lado, y las que cobran deudas a morosos, por otro, están haciendo su julio, su agosto, su septiembre y su todo desde que nos ha dado por dejar de pagar al banco con la misma puntualidad que antes.

La morosidad en nuestro país ha aumentado el 5,39%, su cota más alta en los últimos 15 años, según el Banco de España. Te persiguen vestidos de fraile, de pantera rosa o con un trasnochado frac con tal de escandalizar a tu entorno, avergonzarte y forzarte a pagar.

Lo tengo claro, si se me acaba lo de espía, me paso a cobradora de la lentejuela: me visto como una vedette, enseño pantorrilla y me forro a comisiones.

A los bancos, por la parte que les toca, como han dejado de hacer caja con la misma facilidad que antes porque hemos dejado de pagar las deudas, les ha dado por dejar de dárnoslos.

La rueda de este ruedo es: si no pagamos, no nos prestan y si no nos prestan, no podemos devolver nada.

En mayo, las hipotecas subieron nada más que un 0,43%. Sí, una ridiculez que encima supone una mínima subida con respecto al mismo mes del año anterior, cuando las cosas estaban más hundidas que el Titanic.

Según AHE (Asociación Hipotecaria Española -el nombre es como de coña-), la actividad hipotecaria solamente mueve 1.094 billones de euros, que es como Lola Flores cuando daba conciertos a los 70 años: parece mucho pero es poco para lo que ha sido.

El mercado inmobiliario no marcha ni palante ni patrás, lo que no es bueno ni para los promotores, ni para nosotros, ni siquiera para los usureros que habitan los bancos.

Los iluminaos del Instituto de Práctica Empresarial, que tendrán más de un interés en esto, como todos los organismos que publican noticias para hacer presión a su conveniencia, dicen que la vivienda se estabiliza.

¿Mande? Y que el stock de pisos sin vender se ha liquidado de forma considerable, quedando en 2011 “prácticamente liquidado, salvo algunas líneas de costa puntuales”. Por más que busco en internet, no encuentro qué se han fumao para decir semejante tontería.

¿Es que no han visto que los bancos siguen atesorando pisos sin colocarlos ni entre sus empleados? De buena tinta sé que los trabajadores de Caja Madrid están esperando a que la entidad les baje los precios de pisos costeros para comprarlos por una cantidad más justa.

Chorradas y más chorradas que no se refutan con el sentimiento en la calle y con la vida real, en la que ni puedes pagar bien las deudas, ni te prestan pasta para comprar el piso con hipoteca, ni vendes el que heredaste cuando todavía ibas en calcetines y pantolones cortos.

Una limosnita y deprisita

Las hienas no son esos perritos buenos y tranquilos que aparentan ser

Las hienas no son esos perritos buenos y tranquilos que se pueden acariciar...

En esta crisis se están batiendo muchos récords y, aunque algunos lo ve(nd)an así, los 14 millones de espectadores que se pegaron a la pantalla para ver jugar a la Roja no es el más relevante.

Sí lo es el de la falta de hipotecas: ese calvario de préstamos que antes daban por doquier y que ahora escasean más que las angulas, son más caros que las trufas y más celebrados que el nacimiento de un lince ibérico.

Por eso, quienes no sacan nada en limpio del via crucis por las entidades financieras, se plantean la solicitud de una hipoteca urgente, otra figura con récord emergente, según la consultora Clifford Auckland.

Tanto la escucho últimamente que he estado espiando algo sobre ella, porque su omnipresencia me daba qué pensar, especialmente cuando dice que aumentan las peticiones de hipotecas urgentes en detrimento de los préstamos hipotecarios tradicionales que pedimos a bancos y cajas.

No dudo que sea así ante la desesperación de la gente porque los otros han cerrado el grifo pero, ¿no será que esta consultora da hipotecas urgentes y se empeña en promocionarlas como la única alternativa?

La web de Clifford Auckland es como abrir el periódico por la página del anuncio más cutre y que juega más con nuestra desesperación. Amarillo y negro, grandes letras de imprenta y las palabras mágicas, las que queremos oír y no nos dice nadie.

Como tantas otras, este prestamista da dinero a los que los demás no les abren ni la puerta de la sucursal: a los parados, los autónomos, los mayores de 65 años… A los que están inscritos en las listas de morosos, los que no tienen aval ni perrito que les ladre.

Les vale con tu DNI y no hacen preguntas. Te dan el dinero para la casa en menos de una semana y aquí paz y después… Qué pena que después no siempre viene la gloria sino sufrimiento para pagar y el Monasterio del Cobro.

No podía ser todo tan bonito, ¿verdad? Esto es la vida real y lo suyo un negocio para sacar dinero, como todos, solo que en esta ocasión jugando con nuestra necesidad, nuestra casa y nuestros sentimientos.

La única garantía que piden es el inmueble. Ni tarjetas de crédito o débito, ni domiciliar la nómina y pichicientos recibos, ni tropecientos seguros (hogar, vida, animales de compañía, desempleo, etc.), ni fondos de pensiones, ni avales u otras gaitas varias.

Pueden ser mediadores entre nosotros y el banco o los prestamistas directamente, pero tened cuidado porque los intereses terminan siendo mucho mayores que en las hipotecas tradicionales que tanto criticamos y que tanto estamos empezando a echar de menos…